Reencuentro emocional
Siempre pensé que el estrés, la ansiedad y la depresión, iban a ser ajenos a mi y solo verlos del otro lado de la silla en el consultorio. Estas tres condiciones emocionales fueron el porcentaje mayor que atendí en consulta en el ultimo año, con la pandemia, los problemas personales, familiares, de pareja o económicos, hicieron que los pacientes me visitaran para atender estos específicamente.
Sin embargo, no me percaté que yo también soy ser humano, y que soy ser humano antes que ser psicóloga, y se me olvido cuidar de mi.
De pronto, dejé de dormir, de pronto deje de comer, los problemas con mi novio eran más frecuentes, las ganas de hacer las cosas se fueron perdiendo, me abrumaban los malestares físicos y sin darme cuenta, estaba viviendo un periodo de inestabilidad emocional.
Poco a poco, me debilitaba mentalmente, dejé de encontrarle el placer al deporte, algo que no habia dejado por gusto nunca, mi falta de motivación por la vida aumentaban, los problemas económicos me envolvían, mi estado de ánimo cada vez era peor, más irritable, más bajo, más sensible, y esto era así la mayor parte del tiempo. Me molestaba un sentimiento de desesperanza al no saber como actuar, ¿por qué me pasaba esto a mi que soy psicóloga? ¿por qué no puedo hacer que me sienta mejor?... Estas preguntas sin respuestas en su momento me hacían sentir peor, más incapaz, más desesperada, y más triste.
Pase los meses así, por que al final de cuentas "el tiempo lo cura todo no?. Claro, a pesar de que yo sabía que no era así, me obligaba a creerlo. Sin resultado o mejoría alguna.
Las lagrimabas cada vez rodaban más, más seguido, más abundantes, más noches. Los ataques de ansiedad eran cada vez más fuertes, y más constantes. Un momento de desesperación corría por mi cuerpo, y me sentía incapaz de ayudarme a sentirme bien.
Realmente, lo más cansado de todo, no fue el no dormir, o el cansancio mental, más bien fue el tratar de estar bien frente a todos mientas sentía cómo por dentro se derrumbaba todo. Sonreír, reír, convivir, hablar, trabajar, era cansado. No era por mentir, era por no preocupar a los demás, y por obligarme a "estar bien", mi lógica era que si actuaba como si estuviera bien, tal vez eso me ayudaba a mejorar. Déjame decirte que no, no sirvió para nada.
No podía dejarme caer, no esta vez, no nunca. Busque ayuda, y ahora entiendo a los pacientes cuando me hablan para pedir informes. Cambiar a mi psicólogo de toda la vida se me hizo la decisión más difícil, pero no podía viajar cada semana 4 horas en un día solo por ir a mis sesiones. El momento decisivo llego y tuve que buscar una opción. Encontré una psicóloga y me salí de mi zona de confort.
Empecé mis sesiones terapéuticas y en mi primer sesión me dijo: "Tienes episodios depresivos, ansiedad, estrés, posiblemente necesitemos consultar al psiquiatra". Si hubieran visto mi cara de asombro, respondí para mis adentros: ¿Yo? ¿La psicóloga tiene depresión? Ansiedad, y estrés si lo creo pero, dime, ¿depresión?. Me costo más de una semana analizar mi propio caso, me puse a leer, a buscar información, a estudiar, a verificar y corroborar este diagnóstico que me negaba a creer, y bueno, lo que encontré solo acertaba con lo que mi terapeuta ya me había mencionado.
Me asusté, pero no me quede sin hacer nada. Mi proceso habia empezado y yo tenía ya una meta, mejorar mi salud mental, cueste lo que cueste.
Entender mi propio proceso fue duro, darme mi tiempo y espacio, ir lento y a mi paso. Yo quería todo rápido, quería mejorar, quería estar bien conmigo, con mi novio, con mi familia y estar al 100% con mis pacientes. No quería fallarle a nadie, mucho menos a mi.
Poco a poco fui encontrándome, reencontrándome. Poco a poco me volvía a sentir yo. pero no la misma de antes, una mejor, como dicen por ahí, una mejor versión de mi misma, una Nelly 2.9. (porque tengo 29 jaja). Cada sesión, cada terapia, cada esfuerzo que daba, cada mejoría que tenía y cada momento de alegría lo disfrutaba. el proceso fue lento. Bastaron 2 meses y medio para que apenas empezara a notar un cambio, un cambio que hoy veo, y lo ven los demás. Mi novio hoy me dijo: "te veo más feliz". Eso me hizo sentir muy bien, bien conmigo. Por fin estaba irradiando lo que añoré por meses.
No solo lo veo, si no que también lo siento, el tratamiento médico y psicológico han sido mis aliados y lo siguen siendo, mi proceso a penas va a la mitad, y no pienso perder lo que con mucho esfuerzo he logrado. Ahora siento lo mismo que mis pacientes cuando han hecho avances y pequeños logros, ahora sonrío en terapia, ya no lloro y ya estoy entrenando como una atleta en el gym.
Poco a poco me reencuentro conmigo y eso me hace sentir muy especial.
Hoy vine a hablarte de mi, primero porque no sabia que escribir para reactivar el blog, y segundo porque me gusta mucho escribir, tercero simplemente porque te lo quería compartir y hacerte saber que si hoy, tu te sientes desanimado, triste casi todo el tiempo, desorientado, abrumado, ansioso, y empiezan a salir los síntomas físicos, es momento de que hagas algo por ti.
Octubre, el mes de la salud mental, el mes de la sensibilización y concientización de la misma, hoy te invito a que te animes a cuidarte, a ver por ti, la mala salud mental paraliza y discapacita en varias áreas de tu vida.
Por favor, no estas solo, sola. Busca ayuda, tu mereces vivir pleno y feliz. Los problemas, mis problemas tal vez no se han ido del todo, pero he aprendido a hacerles frente y a buscar una solución en lugar de permitirme abrumarme solo con el problema.
Antes de irme te dejo los aprendizajes que he tenido en mi proceso, te pueden servir de algo.
Esto también es sanar:
- No negar la tristeza cuando viene a visitarme.
- No contener las lágrimas cuando se desbordan por mis ojos.
- Reconocer que a veces tengo miedo, y que quisiera escapar de mi y de mis pensamientos, que muchas veces no me entiendo y que no entiendo nada de este mundo medio loco.
- Que no siempre tengo las respuestas, que no siempre tengo el control de todo y debe soltarlo, que no siempre estoy en lo correcto.
- Que siempre puedo con todo, pero no con todo al mismo tiempo, siempre hay prioridades que sanar.
- Que en mis oraciones a Dios me puede abrazar la melancolía, que no siempre me sale la risa, y que no lo puedo esconder o ignorar, porque así es como debo aprender a sanar mi alma.
- Que siempre puedo ser mejor.
- Que no me debo comparar.
- Que este es un nuevo comienzo con una nueva yo, siempre es bueno comenzar de cero.
Gracias por leerme hoy, ya me voy a dormir, porque parte de mi autocuidado es cuidar mi higiene de sueño.
Nos estaremos viendo muy pronto por aquí con más temas importantes de psicología y salud mental.
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